lunes, 8 de noviembre de 2010

El Sueño

- Esto debe Parar! - Dijo con la mirada severa y cálida de siempre - ¿ Acaso no estas cansado de sufrir?, ¡ Deja ya de llevar esa carga ! 

- Pero los extraño... - respondi mientras levantaba la mirada - extraño todos aquellos días, los extraño a ustedes. 

- Somos parte de tu pasado, un pasado que no ha de volver,  ya dejalo atrás... ¡No nos olvides!, pero deja de pensar que pudiste hacer mejor las cosas. 

- Perdoname - interrumpi - no quise...
 
- Lo sé y no tienes porque pedir perdón, levanta la mirada y fijate en todos aquellos que estan a tu alrededor, ellos confian en ti, no lo defraudes... Ahora tienes una nueva familia por quien luchar, deja atras el pasado y concentrate en el presente, ella aún esta a tu lado, ella volvió por ti.- mientras se desvanecia con la llegada del aura - Deja la venganza de un lado y busca la paz del alma.
 
- ¡No te vayas! - grite intentando retenerlo, pero eso no dependia de ninguno de los dos.

Desperte con los ojos llenos de lágrimas, mi padre habia logrado comunicarse conmigo atravez de sueños.
Sali del campamento y pude observar como llegaban uno a uno, todos dispuestos a jugarse la vida en pro de sus compañeros, un torneo esta por iniciarse y estariamos presentes una vez más.

Tome asiento al lado del Caballero del Manto Mil Estrellas, que se hallaba mirando el horizonte en dirección a el nuevo lugar donde se desataria aquel torneo, aquella masacre...

- Maestro - Dije - Estan llegando todos a su llamado. 

Volteo la mirada y le observo.

- Hay mucho por hacer - dijo mientras se ponia de pie - es hora de empezar. 

Mientras llegaba el Gran Valandil Anarion acompañado del valeroso Nerva y se pusieron de pie al lado nuestro... de una de las carpas salio aquella hermoza dama a la que le debia mi vida...

Earwen tambien se acerco a los cuatro caballeros mientras Sir Ilúvatar se preparaba a decir.

- Esta por Empezar... avanzemos... debemos estar preparados...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Dolorosos Recuerdos

Recuerdo que alguna vez en mi mente y alma solo existían la paz y el amor hacia mis prójimos, recuerdo el olor de la hierba fresca y las flores que crecían en armonía y contraste con la calma de la brisa del viento que otorgaba mi jardín, el amor de mis padres y a mi Earwen... ¡OH si! era mi Diosa, la musa de mi inspiración, mi razón de existir, estábamos destinados a casarnos y a ser felices por toda la eternidad. Pero ahora todo aquello no son más que recuerdos. Ahora en mi mente solo esta el dolor y el sufrimiento que tuvieron que soportar aquellos que tanto amaba, en mi mente esta el pesar de haber matado… ¡a mi propio padre!

Ahora estoy aquí en la entrada del Mundo del Mul Sabbuth buscando aquello por lo que luchan estos seres, una extraña pluma que me ayudara a encontrar mi venganza, ahora debo ser fuerte pues muchas batallas me esperan en este mundo ruin. Se que no descansaré ni aun muerto hasta lograr mi cometido, en mi mente solo tengo algo claro, y es que debo lograr mi venganza. Earwen amor mío, Minastir amigo mío, Aratar, ¡padreeeee! ¡Los vengare! Así sea en mi vida o tras mi muerte.


A lo lejos un hombre esbelto grita su nombre, sacando al semielfo de sus pensamientos.

- ¡Angheluz! - Grita el hombre con la cara de pocos amigos - despierta muchacho, que no tengo todo el maldito día.

viernes, 2 de octubre de 2009

Las Inhóspitas Tierras del Mul Sabbut

Los Golpes de los Tambores de guerra estremecían los oídos de los seres que habitaban dichas infortunadas e inhóspitas tierras, después de haber soportado mil calamidades, la sequía, el yugo que exigía la convivencia en las tierras del Dragón, los bárbaros saqueadores, inmorales, violadores, el clima tan voluble, no optimo para la cosecha y las innumerables peripecias que se soportaba en el día a día, ahora empezaba el tiempo de los Torneos de Magos, épocas de sangre y dolor, miseria y barbarie, mucho mas brutales de las acostumbradas.

- ¿Porque no emigramos? - le pregunta lleno de rabia un joven a su padre - ¿Porque no nos vamos de una vez por todas de estas malditas tierras, cogemos la poca familia que nos queda, los escasos rebaños y las miserables posesiones que aun nos pertenece, y nos largamos, en ves de tener que soportar toda la maldad de quien se le antoje venir y arrebatarnos lo que es nuestro?

El padre le observa con los ojos vidriosos, la perdida de su mayor hija fue dolorosa pero ahora pareciese que le hubiesen tocado una herida mucho más profunda.

- Hijo – responde – Las tierras del Mul Sabbut, son las tierras del castigo, al cual hemos sigo confinados muchos, pecados de nuestros ancestros nos son trasferidos como cargas imperdibles, pecados por codicia, lujuria, busqueda de poder y muchos más nos son delegados y són cargas ineludibles y obligatorias, nuestro captor es el Dragón sin nombre, muchas veces hemos intentado escapar, pero nuestros esfuerzos siempre han resultado en vano.

- ¿Entonces? – pregunta el muchacho – ¿No hay escape?, ¿no hay ninguna esperanza?.

- Si la hay hijo mío - respopnde el padre intentando dar calma y esperanzas al muchacho - nuestra única esperanza, es que el Dragón sin Nombre Caiga, sea derrotado.

- Pero – interrumpe el muchacho – ¿existirá alguna vez algún ser tan poderoso, que logre realizar eso?

- No lo sé – responde el padre – Yo sueño con ello, y espero que si alguna vez el Dragón es Derrotado, aquel victorioso no sea más malvado que el Dragón mismo.

El muchacho le observa y acepta su destino, destino marcado a la esperanza de la llegada de algún ser, que logre derrotar al Inmundo, pero este cambie las cosas para bien…

martes, 6 de noviembre de 2007

Sir Ilúvatar

- Vamos, amigo... te aseguro que este es diferente. - El embozado miraba fijamente a Ilúvatar mientras le hablaba. Al fondo, una pequeña hoguera hacia danzar sinfin de sombras en el lugar.

- No hay tiempo. La guerra cabalga... no, vuela... eso es, vuela hacia nosotros. ¿No recuerdas lo que nos hizo La Oscura Alianza la última vez?. Confío en el chico, ya que tu respondes por él... pero no hay tiempo de prepararlo. Ya sabes cual es mi política respecto a los reclutas y su entrenamiento.
-Este tiene experiencia... ha combatido antes!!.

Sir Iluvatar dibujo una mueca en su rostro. Casi como una sonrisa matizada de sarcasmo. Se acercó aún más al embozado y clavo en este sus ojos grises. Hablo con calma.

-Tú sabes muy bien que esta guerra no es como cualquier otra. Todo lo que has aprendido antes, tu "conocimiento acumulado"... no sirve de nada aquí. Ambos lo sabemos. Yo fuí de la élite de la caballería en mi reino, antes de caer a este agujero, y aún así, un aprendiz de mago casi me mata cuando apenas hube llegado. Ese muchacho, podra ser (como dices) fuerte, honesto, valiente y leal... pero ha venido desnudo a este mundo... desnudo en todo sentido. Y la guerra está ya sobre nosotros. Hay que preparar las defensas, organizar a los hombres, fortificar las plazas, mover tropas y provisiones, conseguir los pertrechos que faltan...

- Amigo mio, si alguien puede hacer que este chico se convierta en un guerrero, darle alguna posibilidad de sobrevivir a lo que se viene, enseñarle a luchar por una causa y no por venganza... ese alguien eres Tú. La instrucción que necesita la encontrará aqui - El embozado hizo un gesto con la mano, abarcando la construcción a cuyo pies conversaban.

- La Torre Defensora está en guerra... Todos estamos en guerra. - La luna reinaba en el cielo, y una oscura mancha, que la cubria de rato en rato, presagiaba una mañana humeda y fria. Sir Iluvatar apoyo la espalda en un muro, cruzó los brazos y lanzó un suspiro. En ese momento la extrañó mas que nunca.

Un nuevo comienzo

- Acabo de llegar – respondí – No se nada de aquel torneo que me hablas, ni mucho menos de estas tierras. De hecho eres el único amigo que me queda, pues ya no tengo nada ni a nadie a quien amar.

Me miro a los ojos sin pronunciar palabras, como si esperara que desistiera de mi fuerte deseo de buscar venganza, tenia el mismo semblante de siempre, aquella mirada pausada y tranquila, aquel mismo timbre de voz, de sabiduría y Valor.

- Me encantaría poder darte ayudarte, pero como te explico – dijo – Mis compañeros de armas son muy selectivos con aquellos que entran a nuestros castillos, el padre no recibe a cualquier individuo.

- Entiendo bien - respondi enfadado - continuare mi camino, ya encontrare quien pueda ayudarme – respondí al momento que me ponía de pie.

- Espera, aún no he terminado de hablar – hablo con tono de autoridad - el torneo esta por empezar y todos los clanes tienen mucho recelo en el ingreso de sus integrantes. Puedo ayudarte a conseguir asilo en algún clan aliado. Mientras preparo tu ingreso al Pentagrama.

- No estoy interesado en participar en tu torneo querido amigo – respondí con sarcasmo – Sólo estaba de pasada y decidí darte un saludo, ahora he de partir.

- ¿¡Así dices que deseas vengarlos!? – se levanto de la mesa al momento que levantaba la voz, todas las criaturas alrededor callaron y se entrecruzaron las miradas como si estuvieran dispuestos a salir al menor indicio de violencia, sin lugar a dudas aquel humano que tenia enfrente había de ser o muy temido o muy respetado para dar aquella reacción entre todos aquellos seres – ¡Como crees que siquiera podrás acercarte a él sin ningún tipo de preparación!, ¡No podrías ni derrotar al mago mas débil e inexperto de todo mul sabbuth!

- Logré darle un golpe directo – respondí intentando defenderme.

- Y que te asegura que volverá a ocurrir, tu mismo lo acabas de decir, no pudiste controlar el segundo destello de tus manos y no has vuelto a tener la misma fuerza por más que lo has intentado. Quédate un tiempo, aprende el arte de la guerra, luego yo mismo te acompañare a cobrar venganza por nuestros seres amados.

Sus palabras eran realmente sabias, sabía muy bien que no podría hacer nada solo y mucho menos con la inexperiencia en manos.

- Esta bien – respondí - me quedare e intentare participar en tu torneo, y luego de ganar aquella pluma iré a vengarlos, luego ¡Ya nada podrá detenerme!

- Bien -Respondio - Pide alojamiento en esta posada, descansa un poco mientras yo hablo con un viejo amigo. Mañana por la mañana se decidirá tu destino a seguir.

Hable con el posadero, por unas pocas monedas había ganado alojamiento por la noche entera. Ascendí las escaleras siguiendo a la muchacha que me indicaba el camino a seguir. Llegue a la entrada del cuarto indicado, ingrese en el y comprendí el porque de haber encontrado alojamiento tan barato.

Si bien es cierto era muy acogedor no tenían comparación a la seda de mi cama o a la frescura de las alfombras, no había campanillas para poder llamar al servicio, al parecer si deseara algo tendría que bajar a la misma posada. La decoración era muy pobre, no había nada que fuese de oro o plata, al parecer lo más caro que ascendía era el aluminio y un poco de cobre… Desperté intranquilamente, no había podido dormir por el ruido que daba la cama al rechinar en cada movimiento y la excitación de querer saber que es lo que me deparaba el destino.

Baje a la posada y aun había gente que seguía libando desde la noche anterior, ya muy embriagados por la velada. Mientras otros dormían placidamente en las mesas y los suelos de la taberna mientras una señora barría al lado de ellos e intentaba despertarlos con golpes de escoba.

- Buenos Días – salude amablemente a aquella longeva – ¿hay algo para poder desayunar? – pregunté.

Me dirigió una mirada fría, viéndome de pies a cabeza antes de responder.

- Eso deberás preguntar en la barra – respondió sin muchas ganas de querer agregar algo más.

Pedí algo de comida que pudieran ofrecerme, al parecer me hallaba con algo de suerte pues habia carne fresca de una cobra recien sacrificada, que la noche anterior habian capturado arrastrandose en el suelo de la cocina, al disponerme a empezar a merendar,después de haber tenido que esperar que retiren a uno de los tantos ebrios de una de las mesas y puedan servirme. Una sombra ingreso por la puerta, sin darle yo, mucha importancia, pues el olor de aquel manjar era divino, y despues de muchos dias de sólo comer algunas raices del desierto, un cambio de plato y estilo culinario no caeria nada mal.

- No tenemos tiempo – dijo – Sir Ilúvatar espera.

- Al menos espera que de un bocado – respondí – ¿sabes todo lo que he tenido que hacer por este alimento?

- Vamos ya - hablo con la mirada fija en la puerta de ingreso - hay un largo camino que recorrer.

Salí de aquella taberna, maldiciendo a mi acompañante, pero el deber aguardaba y no podía darme el lujo de hacer esperar a mi destino.

- Espero valga la pena el privarme de mi alimento Sir Roswell – le dije al momento que avanzábamos en dirección a aquel lugar conocido como el Viejo Treck Leck.

- Yo también lo espero, por tu bien querido amigo - Respondio.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Angheluz - Toda Historia tiene un Inicio.

Angheluz principe de Aman, hijo del rey Áratar "El Justo", uno de los cuervos mas poderosos del Mul Sabbuth e hijo de la Bella Alcalimë reina elfa de la tierra de Aman, "Señora de las Estrellas".

Angheluz joven de corazón noble, gentil y bondadoso (apodado el Ángel de Dios) vivió pacíficamente durante sus años de mocedad en las tierras de Aman, donde se enamoro perdidamente de la bella Earwen.

Se dedico a estudiar la magia curativa, lleno de bondad en su corazón, procuraba en todo momento crear y brindar paz y amor entre los ciudadanos de su reino, amigo de los Dragones siempre tuvo simpatia por estos seres, sobre todo de un Sabio y viejo dragón llamado Draco.



Un día Aratar envió a Angheluz a Eldanor a traer los anillos de compromiso para la boda entre Earwen y él. Ángheluz acompañado por su fiel amigo Minastir, fueron diligentes a Eldanor pero al volver notaron sucesos extraños.

- Amigo mío - Hablo Angheluz - desde que salimos de Aman, he venido sintiendo una gran angustia, que no me he podido quitar de la cabeza - mientras levantaba la mirada para poder observar a su acompañante, que se hallaba al lado suyo - Es algún tipo de presentimiento que no puedo dejar de sentir.

- Tranquilo Angheluz - respondio Minastir, arqueando una ceja y brindando una gran sonrisa - el estar lejos de tu amada Earwen te trae mal de la cabeza jajaja.

Llegando a los limites del castillo del Reino de Aman, ambos notaron un camino muy desolado, no parecía que hace poco hubiesen pasado por aquel mismo sendero, pues todo se hallaba marchito y sin vida, se hallaba muy polvoso y sombrío.

Minastir descendio de su caballo y tocando el suelo, apreciaba la tierra entre sus dedos.

- ¡Mira! - exclamo Minastir mientras señalaba la senda - el camino esta polvoriento, se ve como si hubiese pasado un ejército por estas tierras camino a una batalla, hasta grandes huellas de ruedas hay muy bien definidas. No creo que lleven más de un día.

- ¿Ejercito?, no lo creo - dijo esto mientras arqueaba las cejas y se llevaba la mano al menton - Aman no tiene enemigos, vive en paz con los demás reinos, tal vez serán los invitados de otros pueblos que vienen para la boda y deben traer grandes regalos - mientras sonrie con preocupación.

Minastir percibe un olor a lo lejos, al levantar la vista, adelanta dos pasos y entrecierra los ojos para poder observar mejor en la distancia.

- Mira Angheluz hay humo...y viene en dirección del pueblo.

Minastir monto su caballo, galopando rápidamente, intentando dar alcanze a Angheluz que se hallaba presuroso en dirección hacia el pueblo. Al llegar a la cima de la colina no pudieron creer lo que sus ojos les mostraban. Angheluz criado en paz por toda su existencia, no podía asimilar aquello observaba, jamás hubiese podido creer que tanta maldad pudiera existir, observó los cuerpos mutilados, regados en partes, descuartizados, tanta sangre derramada de muchos seres inocentes, donde ni mujeres, ni niños habían escapado a tal masacre, el dolor de su corazón era muy grande, su pueblo había sido acribillado sin piedad alguna, por un momento su mente volvió en si.

- ¡El castillo! - Grito horrorizado, corrió rápidamente en dirección al castillo, a pesar de su preocupación, no podía dejar de observar los cuerpos calcinados y descuartizados de los pobladores de su reino, masacrados evidentemente con una gran furia.

Al llegar al castillo pudo apreciar muy claros indicios de una gran batalla, las murallas destruidas y el portón principal roto, pero lo que más le impresionaba era la cantidad de luces y de poder que emanaba el castillo, donde sin lugar a dudas era el epicentro de una gran batalla.

Al llegar al jardín principal observo a todas las flores hermosas en su momento estaban completamente marchitas y secas como si no hubiesen sido regadas en años, las paredes llenas de sangre y sombrías donde habían sido escritas con blasfemias y muchas otras palabras y signos en algún idioma que él no llegaba comprender.

Doce pasos mas adelante distinguió de entre todos los cuerpos uno en especial. Era el de su amada Earwen, corrió hacia ella la tomó en sus brazos, ella aún respiraba.

Intento reanimarla, uso todo el poder de curación que sabia, más se dio cuenta que era demasiando tarde, no lograría salvarla. De ser posible hubiese dado su vida por ella, pero el destino ya tenia las cartas echadas.

Ella despertó, lo miro con aquellos ojos azules que el tanto amaba. La expresión de su rostro era tan hermosa que él jamás la olvidaría, le sonrió.

- Amor Mío - Le dijo esforzando la voz - los dioses demandan mi presencia, han decidido que sea hoy el día de mi partida, pero antes de irme debía verte una vez más, por eso me aferre a esta pocas energias, por eso trate de contener el aliento, para no malgastarlo en vano. Sabía que llegarias.

Con los Ojos llenos de Lágrimas y la voz quebrada.

- No hables más amor mío. Tú no iras a ningún lado sin mí - mientras golpeaba el suelo con el puño derecho - ni los dioses son capaces de separarnos. Guarda energías para que puedas recuperarte.
Pero él sabia muy bien que aquel cuerpo mortal estaba destinado a morir, que no podría vencer a la muerte así tuviese la fuerza de cien hombres, sabia bien que tendría que dejarla partir.

- Nunca has sido bueno mintiendo- le respondio - Tenía que verte una vez más y decirte cuanto te Amo, que aun después de la muerte te seguiré amando y mas allá, en la eternidad recordare tu nombre. El destino nos separa mas confío en volverte a ver pronto, mas no es mi deseo que seas tu quien vaya a mi encuentro, sino sea yo quien vuelva a ti.

Dicho esto él la miro tiernamente, era la mujer más hermosa que podría encontrar. Fue un regalo de Dios, una Bendición, pero ahora aquel regalo se lo arrebataban, aquel hombre una vez bendecido parecía ahora haber sido maldecido y destinado a perder todo aquello que el amaba.

La miro y ella sonrío, la beso tiernamente, se perdió en un largo y tierno beso, se aparto y ella sonrió nuevamente, lo miro a los ojos y con un:

- ¡Te amo! - expiro…

- ¡Noooooooooo! – Gritó, no sabia el porque ni contra quien pero se juro que la vengaría. Su corazón hasta ese momento completamente puro, se fue llenando de ira, una ira que no podría controlar.

Avanzó camino hacia el salón principal. Al cruzar el primer portón distinguió que los cuerpos esta vez no habían sido solo destrozados por guerreros sino por uso de la magia negra, de aquella que había oído hablar mas nunca pudo ver hasta ese momento. Desde el fondo salieron ocho guerreros grandes y fuertes, con las espadas ensangrentadas en las manos, avanzaron ferozmente en dirección a él.

El rápidamente uso lo poco de que sabia de magia de defensa, pues siempre fue de la creencia que no necesitaría atacar nunca, que nunca seria capaz de usar magia de ataque en algún otro ser vivo o de defensa pues no pelearia y creo tres golems que lo protegerían (aquellos golems eran de defensa no de ataque que apesar de su gran tamaño y apariencia eran muy débiles). Los guerreros trataron de pasar la barrera puesta por los golems, vieron que les seria difícil el pase, pues los golems se interponían a cada movimiento, ellos eran rápidos y ágiles pero los golems los superaban aunque no por mucho.

Uno de ellos con gran astucia salto por encima de ellos y logro pasar aquella barrera, al estar frente a Angheluz se avalanzó contra él, apuntando el filo de su espada a su cuerpo, el ágilmente lo esquivo, el guerrero al verse indefenso trato de hacer un movimiento rápido para volver al ataque, pero la inercia lo obligo a caer y el mismo incrustarse con su espada.

Otro más logró esquivar el cerco que los golems habían hecho, este enfrentó una vez más a Angheluz.

Mientras tanto otro guerrero ataco a un golem, un golpe directo al mismo pecho, que lo hizo retroceder y tropezar con el cuerpo del primer guerrero muerto, al caer lo hizo encima de el guerrero que se hallaba frente a Angheluz, matándolo en el acto por el peso , el golem también fue roto en mil pedazos.

En ese momento los guerreros se dan cuenta, que los golem a pesar de su gran forma no son nada poderosos y los empezaron a atacar sin piedad

Ahora Angheluz sin defensa se enfrenta a Seis guerreros. Fueron dos los que se avalanzaron contra él. Éste logra esquivar hábilmente al primero pero se da cuenta que no podrá esquivar al segundo.Ve la hoja de la espada acercarse cada vez más, logra escuchar el silbito desgarrador de aquella hoja cortando el viento en dirección a su Corazón. La hoja casi a tocado su pecho, casi ha desgarrado su ropa, cuando de pronto aparece Minastir su fiel amigo y también un excelente guerrero.

De sólo dos movimientos ágiles como una brisa, como si su espada fuese llevada por el viento Minastir elimina a aquellos dos guerreros.

- Ustedes Guerreros del infierno - Hablo mientras miraba fijamente a los restantes- como se han atrevido a derramar la sangre del pueblo de Aman. Ahora pagaran caro por todo el mal que han causado. Mi espada llora por obtener su sangre, y lograre mi mayor anhelo... ¡Haré justicia!

Terminado de decir esto, con una velocidad impresionante Minastir se avalanza en ataque.
Fue solo cuestión de segundos para que los que quedaban cayeran muertos al suelo.

Angheluz completamente consternado, se hallaba aún en el suelo cuando es ayudado por Minastir a levantarse.

- Levántate Hermano, apóyate en mí -le dice mientras éste se agacha a ayudarlo a ponerse en pie.

De pronto un rayo fulminante atraviesa el Hombro de Minastir, es ahora aquel guerrero quien cae al suelo, mientras un ser oscuro recita estas palabras.

- Como te has atrevido a matar a mis más fuertes guerreros. Escúchalo bien gusano insignificante, yo soy Ghrendhel discípulo del Gran Lord Thanatos, quien ahora se encuentra luchando con el Rey Aratar en el salón principal, ahora no te entrometas y muere.

Intentando levantarse, dijo mirando Fijamente a Angheluz

- Huye hermano, yo lo detendré.

Intenta dar un paso cuando otro rayo atraviesa el cuerpo de Minastir, este cae nuevamente. Pero su corazón de guerrero lo obliga a ponerse de pie en intentar devolver los golpes. Al estar de pie se pone en posición de ataque.

- Aun tienes fuerza para pararte gusano, pues será el último esfuerzo que haga por ti.

Dicho esto vuelve a enviar un potente rayo que esta vez atraviesa el pecho de Minastir, atravesandole el corazón.

Angheluz ve como a Minastir se le va la vida sin poder hacer nada. Ya no ve una mirada calida en los ojos de su amigo, sino solo unos ojos vacíos sin expresión alguna. Ahora Ghrendhel lanza un rayo contra Angheluz, que aún se hallaba completamente consternado, este sin pensar levanta la mano y anula el rayo lanzado.

Angheluz poco a poco es dominado por la ira, el haber tenido que decir adiós a su amada, verla morir y ahora también tener que ver morir a su mejor amigo lo tienen cegado, poco a poco, en Ángheluz se da una transformación interna. Avanza en completa inconsciencia y sin saber como lanza un gran rayo que fulmina por completo a Ghrendhel.

- Ahora tu escuchame - hablo Angheluz mientras enviaba aquel rayo - que yo soy Angheluz reencarnación del Bien que estoy aquí para erradicar la maldad pura y Tú, tu amo y todos vuestros seguidores he de destruirlos.

Dicho esto Angheluz cae al suelo, mira el cuerpo de Minastir inerte.

No puede creer las palabras que ha dicho, a sido él y a la vez no, quien ha hablado, pero en su corazón continua la ira, se reincorpora y avanza.

Avanza unos metros, pero se detiene, una sandalia tirada llama su atención, observa a todos lados buscando, intentando encontrar algo perdido, de Pronto bajo unos escombros logra distinguir aquello que buscaba, avanza a donde sus ojos se hallan postrados, levanta aquello que aplastaba su objetivo y logra reconocer otros dos cuerpos.

Su madre y su pequeño hermano Gramont, se hallaban atrapados, muertos en una macabra y enternecedora escena pues ella los rodea con sus brazos intentando protegerlo, abrazandolo con todas sus fuerzas buscando protegerlo.

Angheluz no puede mas, la ira lo domina por completo, esta vez corre. Por el pasillo se cruza con doce guerreros, ellos lo ven y empuñan sus espadas mientras en sus rostros las miradas de satisfacción al ver a una nueva victima es dibujada, desean avanzar pero no pueden, han sido paralizados con la sola mirada de Angheluz.

Dos movimientos y estos guerreros son destrozados, siendo regados por todo el pasillo.

Angheluz poseído por la Ira ya no es el pacífico ser apodado "El Ángel de Dios", aquel a muerto para que pueda nacer nuevamente, para poder nacer "El Ángel vengador".

Todo a cambiado en él, dentro y fuera, el color de sus ojos una vez verdes ahora son azules como el manto de la noche, el color de sus cabellos negros se han transformados en rubios. Angheluz a despertado un poder que no conocía y que sabe que no podrá dominar sin dolor.

Avanza hacia el salón principal, esta en la puerta, la empuja con fuerza. Al abrirla ve a Dos hombres y grandes destellos, uno rodeado de una penumbra oscura como si las almas de todos los demonios del mismo infierno lo rodearan y le dieran tan colozal fuerza. El otro se haya rodeado de una aura blanca que emana tranquilidad y paz, honor y Gallardia.

De pronto divisa que su padre ya no puede continuar que esta muy cansado por lo cual decide atacar y manda un rayo contra aquel ser de aquella aura negra y fantasmal, su hechizo logra atravezar toda aquella espeza niebla oscura, y le da en pleno pecho, lo ha herido. Este retrocede y la pelea cesa.

Ambos magos están asombrados que un tercero tenga tal poder de atravezar el campo de defensa de Lord Thanatos. Este se reincorpora, a Aratar ya no le restan muchas fuerzas. Se crea un aura aún mas fuerte alrededor de aquel ser oscuro.

Angheluz decide atacar nuevamente, concentra poder, intenta reunir mas poder, de pronto los recuerdos vienen a su mente, toda aquella muerte y destrucción, y ni siquiera un porque. Angheluz desea atacar, desea dañar a aquel que le ha hecho tanto mal, pero no puede, el poder sigue en sus manos y va en aumento, desea enviar ese poder... ¡no puede! , ¡no lo domina!, si lo domino antes fue por la ira que tenia y lo había dominado a él, ahora no sabe que hacer, el poder es inmenso. Si no hace algo sabe que pronto estallara.

Aratar sabiendo la inexperiencia de su hijo y también el gran poder que se va a desplegar, se acerca a su hijo, sabe que si estalla el cuerpo de Angheluz será reducido a cenizas.

Cada segundo que pasa es más peligroso, el fin de Angheluz esta tan cerca. Pero él no lo entiende, no se explica, las dudas lo asaltan. Aratar se pone frente a su hijo, lo observa con los ojos llenos de ternura y amor de padre.

- Nada de esto es tu culpa, no tengas remordimientos, ni te atormentes con ello - le dice - Te amo hijo mío y estoy muy orgulloso de ti. Siempre lo estaré

Ángheluz no lo entiende, sus manos están ardiendole por el increíble poder que emanan. Aratar toma por los brazos a Angheluz.

En ese momento él entiende que va a suceder, intenta resistirse, pero no puede. Su cuerpo se encuentra ya cansado, las energias lo han abandonado pues todas se hayan en las palmas de sus manos, apenas y puede mantenerse en pie.

Aratar pone las palmas de Angheluz sobre su pecho, es ahí cuando entonces, se produce aquella explosión y el cuerpo de Aratar es reducido a cenizas.

Ángheluz es arrojado muchos metros atrás, a una gran distancia, se golpea estrepitosamente.

Ángheluz no lo puede creer, uso un poder que no conocía. Dominado por la ira más no por la razón, quiso vengar a sus seres queridos, quiso desatar su ira, pero solo consiguió, eliminar sin querer a su propio padre…

martes, 30 de octubre de 2007

Una deuda

Muerto ya Don Quijote, Sancho le dirige estas palabras.
"Cuando alguien querido se te va, nos queda la sensación de no haberle demostrado todo cuanto sentíamos por esa persona."
Esto es una deuda que tenía yo con alguien que se me fue.
Ahora que ya tú no estás aquí, siento que no te di lo que esperabas de mi, ahora que todo terminó, a quien de mi te alejó, yo le quisiera pedir:
Que me deje sólo un día más para poder hablar de lo que eras para mi. Que me deje disfrutar de tu voz, y contemplar tus ojos una vez más.
Te escribo esta líneas en papel, espero que donde estés el correo llegue bien. Por aquí todos estamos bien, luchamos por seguir como aprendimos de ti. Echo de menos el llegar y oír tu voz, echo de menos no tener tu apoyo, ¡no! No creo en el más allá, no sé donde buscarte. Y aquí no estás. No creo en la eternidad, necesito encontrarte y estar en paz. Necesito terminar lo que un día empezamos a planear.
Lo que quiero es tenerte y no recordar Espera donde estés pues tengo que vivir y cuando muera iré a charlar junto a ti.
No he apreciado lo que he tenido, no lo he apreciado hasta que lo he perdido. Y si la fortuna o el azar me dan la oportunidad de volvernos a ver, juro que jamás te ocultaré lo que hay dentro de mi ser, te abriré mi corazón. Te echo de menos, un beso, adiós, cuídate. No nos olvides, muy pronto, Nos volveremos a ver. Ahora que ya tu no estás aquí...